Síganme los buenos:
Subido el 29 de Diciembre de 2016
Título del libro: Washington - Una Vida (Parte 2) (continuación)
¡Francia al rescate!
Bueno, entonces acabamos de presenciar tres golpes durísimos de la segunda segunda mitad de 1777: la batalla de Brandywine, la batalla de Germantown y el invierno en sí. Fue una época miserable. Pero hubo tres eventos que ayudaron al espíritu, y evitaron que el Ejército Continental se redujera a copitos de nieve ensangrentada. El primero fue el hecho de que Baron von Stuben se unió al Ejército Continental. Von Stuben era un general Prusiano que hizo maravillas en cuanto al entrenamiento y la formación de las líneas. El segundo evento fue el regreso de Lafayette1; esto definitivamente alegró mucho a Washington. Y el tercer evento, fue que Benjamin Franklin, el embajador de los Estados Unidos en Francia, se las arregló para convencer a los franceses a que se unieran a la Revolución.
-
Recordemos que le habian dado un tiro en la pierna↩
-
Pronunciado monmuth↩
-
Lee era uno de los opositores más notorios de Washington (además de ser una gallina)↩
-
Pronunciado tal cual: Stoni Point↩
-
Pronunciado Judson↩
-
Pronunciado Uein↩
-
Mierda...↩
-
Un apodo que yo les puse. No creo que nadie mas les llame así↩
-
Pero más bien infantil una vez se dieron cuenta lo que estaba tratando de hacer: distraerlos para que Arnold escapara↩
-
¡Wepa!↩
-
Anthony el Loco señoras y señores...↩
Vale la pena resaltar la importancia de este último evento (la alianza Francesa). Fue tal, que los Británicos decidieron dejar Philadelphia el verano siguiente. No porque los forzaron, sino porque consideraron prudente reagruparse en Nueva York y estudiar la situación un poco más detenidamente ahora que Francia estaba en la ecuación.
Washington no desperdició ni un segundo, y envió seis brigadas a perseguir a los Británicos cuesta arriba intentando hacer el mayor daño posible antes de que llegaran a Nueva York. Los alcanzaron en Monmouth2, una tarde de junio, y aunque la batalla fue prácticamente un empate, Washington lo llamó “un día feliz”—quizá porque ese mismo día le mostró al mundo entero el cobarde que era el General Lee3.
Los colonos pronto se dieron cuenta que a pesar de que los franceses ahora estaban de su lado, no estaban ayudando mucho. Fue un año aburrido para Washington, en el cual el espíritu rebelde se veia mayormente afectado (negativamente) por batallas en las colonias del Sur, por ejemplo, cuando los Británicos se tomaron Savannah (Georgia) ese diciembre (1778). También hay que mencionar el usual bajón que se venía con cada invierno. John Adams describió la situación perfectamente cuando dijo que el ministro de exterior francés puso “su mano debajo de nuestra quijada como para que no nos ahoguemos, pero no para sacar nuestra cabeza del agua”.
Stony point y West point
Hubo un periodo de acción (en el Norte) en medio de toda esta inactividad cuando el Ejército Continental se tomo a Stony Point4 en julio de 1779. Stony Point era un campamento Británico en el Río Hudson5, el cual era de gran interés para Washington porque la toma de este lugar restringiría significativamente el movimiento de los Británicos en el Norte. Este campamento fue tomado por el General Anthony Wayne6, alias “Anthony el Loco”—y si, estaba un poco loco.
Anthony el Loco era un temerario en el campo de batalla, se pudiera decir que hasta un sanguinario. Me encanta la forma en que Thomas Jefferson lo describió: “Anthony el Loco se daba cabezazos contra la pared, en donde la victoria era tanto imposible como inútil”. Cuando Washington le pidió a Anthony el Loco que atacara a Stony Point, él le respondió “Yo asaltaría hasta el infierno si su majestad lo incluye en los planes”, a lo que Washington le respondió elocuentemente: “mejor empecemos con Stony Point mi general”. Era tremendo personaje este tipo.
Desafortunadamente la magnífica victoria de Anthony el Loco no fue suficiente para alzar el espíritu. La inactividad hacia de los inviernos aún más terribles, y la moral de las tropas siguió bajando. Para rematar, Charleston (Carolina del Sur) cayó en manos del enemigo en mayo de 1780 junto con 2500 soldados, 343 piezas de artillería, y casi 6000 mosquetes. Eventualmente los Británicos se tomaron Georgia, Carolina del Sur, y Carolina del Norte…7
Con esto nos estamos acercando precipitadamente hacia la región de motín en mi cuadro, pero antes del motín sucedió otra cosa igual de mala, la traición de Benedict Arnold...
Arnold era un muy buen general, había ayudado a Washington de forma significativa en el pasado, y Washington lo admiraba mucho por su coraje en el campo de batalla y por su actitud de “me importa un carajo”. Era casi como Anthony el Loco, pero menos loco, y al parecer menos leal también. Arnold había estado espiando para los Británicos desde hacía un buen tiempo, y siendo que estaba a cargo de West Point (otro fuerte en el Río Hudson pero más arriba de Stony Point), había negociado entregárselo a los Británicos sin ninguna resistencia.
Washington, Lafayette, y Hamilton—Los Tres Tenores de la Revolución8—estaban pasando por West Point un día (por pura coincidencia), y cuando llegaron, se encontraron con un fuerte totalmente despojado de sus defensas. Se dirigieron a la casa de Arnold para preguntarle qué carajos estaba pasando, pero él no estaba. Su esposa, quien sí se encontraba en casa, les hizo tremenda escena teatral de un colapso mental—casi que esquizofrénico9.
Ese mismo día, o tal vez la noche anterior, un espía Británico al que Arnold le había suministrado información valiosa, fue interceptado por un Teniente‑Coronel. Y siendo que Washington estaba por allí, el Teniente‑Coronel decidió entregarle los documentos (sellados) a Washington en ves de a Arnold. Una vez los abrieron y los leyeron, obviamente entraron en pánico, no solo porque Arnold los había traicionado sino porque en ese momento ellos mismos eran un blanco fácil. Si los Británicos se hubieran enterado que los Tres Tenores de la Revolución estaban allí, los hubieran podido secuestrar fácilmente. Afortunadamente no pasó a mayores—pero Arnold se las arregló para escapar al campamento Británico, en donde se cambió de uniforme para siempre. Por el resto de la guerra, a Washington se le hervía la sangre cuando pensaba en Arnold, y su deseo de secuestrarlo y torturarlo hasta más no poder nunca se agotó—pero jamás lo volvió a ver.
¡Motín!
A medida que el siguiente invierno se aproximaba, alimentar, vestir, y mantener a los soldados con vida se tornaba más difícil. La combinación de un espíritu rebelde tan débil y las temperaturas extremas invocaron al mayor miedo de Washington: Motín. Trecemil tropas en Pennsylvania decidieron que estaban hartos de tanta mierda y se amotinaron, matando a un par de oficiales al revelarse. Afortunadamente para Washington, Anthony el Loco se dirigió allí para poner las cosas en orden10. Anthony no tardó en capturar a los responsables y sin interrogaciones los alineó en frente de un pelotón de fusilamiento.
El evento fue bastante sangriento, uno de los fusilados sobrevivió y quedó gritando y quejándose en el suelo. Cuando Anthony el Loco lo vio, le dijo a uno de los soldados del pelotón que terminará su trabajo con su bayoneta, a lo cual el soldado se rehusó diciendo que no le podía hacer eso a su camarada. Pero Anthony el Loco no estaba bromeando, le puso su revólver en la sien a este muchacho haciéndole saber las consecuencias de su desobediencia. El pobre soldado, sin opciones, apuñaló hasta matar al sobreviviente11. Anthony el Loco luego le reportó felizmente a Washington que “una dosis liberal de pólvora había solucionado el problema”.
Victorias del Sur
Durante esta época de bajo Espíritu Rebelde, muchísima acción sucedió en las colonias del Sur. La Batalla de Cowpens en febrero y la batalla de la Corte de Guilford en marzo fueron eventos importantes que ayudaron a que Espíritu Rebelde saliera de la zona de peligro. Era el General Greene quien estaba arrasando y devastando a los Británicos en el Sur. Si recordamos, la reputación de Greene fue afectada después de que decidiera quedarse a pelear en el Fuerte Washington (allá arriba en Nueva York), y ahora estaba reconstruyendo su reputación y reclamando territorios en el Sur a puño limpio.
Estas dos victorias del Sur fueron magníficas, pero fue la batalla de Yorktown (en Virginia), la que representó la mayor victoria, y significó el punto del no retorno para una victoria Estadounidense.
Haz click en el botón siguiente para ver el gran final de la Revolución Americana (Yorktown)