Síganme los buenos:
Subido el 29 de Diciembre de 2016
Título del libro: Washington - Una Vida (Parte 3)
Libro-en-una-frase
Si los Estados Unidos fuesen una rueda, Washington era el buje en donde todos los departamentos de estado se conectaban como rayos y pinazas brillantes para girar en conjunto.
Mi Resumen (audio)
Mi Resumen (texto)
Contenido
- El Cincinnatus
- Los MVPs
- Las tres ramas
- El buje de la rueda
- Hamilton “el impala”
- Republicanos contra Federalistas
- La Revolución Francesa
- Una bomba de tiempo
- La Rebelión del Whiskey
- El tratado de Jay
- Adios
- Hablemos de la esclavitud
- El director de su propia muerte
- Comentarios
El Cincinnatus
Bueno, esta última parte empieza justo después de que el acuerdo de paz firmado en París en 1783 cuando Washington tenía 51 años. Algunos de ustedes probablemente estarán pensando que Washington se volvio presidente inmediatamente, pero eso no fue lo que pasó. De hecho Washington hizo algo que casi nadie hubiera podido anticipar. Apesar de tener a la nación entera en la palma de su mano, y de haberse ganado el aval de hasta sus críticos más tenaces, Washington se fue a casa...
Tal como Lucius Quinctius Cincinnatus le dió Roma de vuelta al pueblo, Washington le dió las 13 colonias de vuelta al pueblo. Es más en ciertos círculos le llamaban “el Cincinnatus” por esta hazaña increíble. Él hizo mucho énfasis en el hecho de que ya no era “un hombre público” y que quería “pasar el resto de sus días practicando virtudes domésticas”. Y estoy seguro que sí lo decía de corazón, pero no hubiese podido estar más equivocado… ¿Que ya no era un hombre público? ¡Por favor! ¡Era una celebridad! Todo el mundo queria venir a Mount Vernon1 a conocer al hombre que derrotó a la Armada Naval más poderosa del mundo. Una leyenda de carne y hueso.
Pero para ser sinceros, era más bien una necesidad volver a casa. Su plantación estaba básicamente en la bancarrota—me parece que ocho años de negligencia le harían eso a cualquier negocio. ¿Pero quién lo puede culpar? Después de todo, si recuerdan de la entrada anterior, él se encontraba un tanto ocupado peleando por la libertad de la nación. De cualquier forma, Washington volvió y empezó a reconstruir su mini imperio. No fue fácil. Inviernos terribles azotaron nuevamente, la moneda colona estaba severamente devaluada, y sus inquilinos en Ohio no habían pagado arriendo ¡en años! Tenía mucho por hacer, y para peor de males, era constantemente distraído por visitantes irritantes que se quedaban en Mount Vernon por varios días. También adoptó tres niños de familiares difuntos. ¡Tremendo bollo!
Pero como era de esperarse, poco a poco Washington empezó a poner las cosas en su lugar. Con su disciplina impecable, su visión, y buen juicio, hizo un montón de avances en temas de agricultura—devolviéndole el alma a la granja. Se obsesionó con la navegación del río Potomac2. Hablando sin cesar del tema, él consideraba que este río era una autopista hacia el área rural de Ohio, y una puerta para la expansión occidental. Como era usual, Washington siempre estaba pensando más allá de la imaginación de un ciudadano común.
Dicho y hecho, en menos de cinco años, Washington volvió a ser el gran magnate que era antes de la Revolución. Y tal cual como antes de la Revolución, ocasionalmente le daban antojos de echarle un vistazo (o hasta una mano) a la política. Por más que no quisiera, le tocaba, después de todo había dado a luz a un bebé llamado Estados Unidos, y como buen padre, quería asegurarse de que este bebé creciera para ser un niño saludable.
Lastimosamente después de unos cuatro a cinco años de haber nacido, era aparente que la crianza de este bebé debía ser modificada, o la nación corría el riesgo de volverse en un niño problema. Su “crianza” era (en ese entonces) dictada por los Artículos de la Confederación3, y la gente poco a poco se estaban dando cuenta que estos Artículos no estaban funcionando—incluso se oían rumores de rebelión4. Pero aquellos más astutos sabian que una rebelión no era el camino correcto. A cambio, ideas de “modificar” los Artículos de la Confederación empezaron a surgir. Algunos, como Washington y Hamilton, pensaban que se necesitaba un gobierno centralizado y unido. Otros, como Madison y Jefferson, no les gustaba para nada la idea de un gobierno con mucho poder—les parecía que esto solo los llevaría de vuelta a la monarquía, y obviamente lo último que querían era otra monarquía.
-
Recordemos que este es el nombre de su plantación, pronunciado Maunt Vernon↩
-
El río que hoy en día pasa por la ciudad de Washington DC, muy cerca de Mount Vernon. Pronunciado tal cual Potomac… no Potomác↩
-
Los cuales fueron redactados y ratificados durante la guerra. Estos también tienen una primera línea parecida a la de la constitución—aunque un poco menos impactante.↩
-
Si, una rebelión hacia la rebelión...↩
-
Para aquellos que no ven mucho deporte, “MVP” (pronunciado em-vi-pi) son siglas que en inglés significan “jugador más valioso”. Es un término muy común en el deporte que se le da a algún jugado que vale la pena destacar. Entonces en este caso el título es “Los jugadores más valiosos” o los em-vi-pis...↩
-
Pronunciado Yéferson↩
-
Pronunciado con tilde en la á↩
-
Aunque hay que mencionar que la mayoría de las ideas vinieron de Ben Franklin y John Adams.↩
-
También, más adelante, el tercer presidente de los Estados Unidos↩
-
También (luego) el cuarto presidente de los Estados Unidos↩
-
Si se están preguntando ¿Por qué Hamilton no fue nunca presidente como Jefferson y Madison lo fueron? Bueno, pues a pesar de haber sido asesinado en un duelo estúpido a los 49 años, Hamilton no había nacido en los Estados Unidos—y eso era (y aún es) un requisito para ser presidente.↩
-
Más adelante hablaremos de esto↩
-
Pronunciado Yei↩
-
Ya habíamos conocido a Knox en la entrada anterior, él era uno de los dos jóvenes generales favoritos de Washington. Pronunciado Nox.↩
-
Mejor dicho el moderador del convenio. La palabra presidente confunde las cosas (si consideramos lo que va a pasar después)↩
-
Hamilton como siempre alborotando el avispero↩
-
Estoy seguro que esa cena gratis le supo a rayo↩
-
El tipo que convenció a los franceses a que participaran en la Revolución. Un político brillante y un científico asombroso.↩
-
El segundo presidente↩
-
La Constitución no fue aceptada tan fácilmente como creen. Esta representó cambios importantes que no todo el mundo aprobaba.↩
Los MVPs5
Bueno estos tres personajes que acabo de mencionar van a ser muy importantes de aquí en adelante: Alexander Hamilton, Thomas Jefferson6, y James Madison7. Por eso me voy a tomar mí tiempo explicando bien quienes eran ellos. Me imagino que recuerdan a Hamilton ¿cierto? ¡Uno de mis favoritos! Joven y energético. Fue quien le disparó una bala de cañón a la cabeza de la estatua del Rey George II después de las victorias de Trenton y Princeton. Conocía a Washington desde hace muchos años, peleó a su lado, y estaba muy consciente de su genio—pero lo que es más importante, sabía muy bien cómo lidiar con él. De estos tres personajes, Hamilton era probablemente el que tenía la ideología más cercana a la de Washington.
Después tenemos a Jefferson. Otro plantador, tal como Washington, aunque una década más joven. ¡Un tipo brillante! Muy educado y un escritor supremamente prolífico. Se dice que él fue el autor de la declaración de independencia8. Un tipo sólido e íntegro. Muy precavido a la hora de actuar (a diferencia de Hamilton), y probablemente el político más populista de la época9.
Y finalmente está James Madison. La gente solía decir que era bajito y feo. Algunos fueron tan lejos como a llamarlo repulsivo y frío. Pero su apariencia no fue ningún obstáculo para convertirse en uno de los políticos más influyentes de las primeras décadas de esta nueva nación. Madison leía libros y artículos como loco antes de discutir cualquier tema. Muy expresivo en su hablar (al contrario de Jefferson) y bastante persuasivo.10
Estos tres tipos se volvieron los MVPs del equipo Washington durante su primer mandato—Hamilton, energético y un poco atolondrado. Jefferson, inteligente, pero sucinto. Y Madison, rápido para responder, pero certero y preciso.11
Las tres ramas
Listo, ahora podemos volver a la historia. Estábamos hablando de los Artículos de la Confederación, y de que necesitaban ser modificados ¿cierto? Bueno, pues fue Hamilton quien estableció la fecha para reunirse y “revisar” los artículos. El convenio se propuso para mayo de 1787. Esto es cinco años después del reconocimiento internacional de independencia. Cinco años en que Washington estaba reconstruyendo pedazo por pedazo su amada plantación mientras el país se desmoronaba bajo su propio peso. Había un miedo latente de otra revolución—lo cual a este punto resultaría en una guerra civil.
Debido a esta amenaza directa a la integridad de las colonias, casi todo el mundo estaba de acuerdo con que había que implementar cambios. Pero la pregunta es ¿Donde? y ¿Como? Algunos tenían miedo de un gobierno centralizado porque fácilmente podrían caer en la monarquía. Otros temían un gobierno congresional porque entonces la unión de las colonias sería muy debil, y ademas nunca se ejecutaría nada. Era complejo… No olvidemos que este era un tiempo en el que lo único que se conocía era la monarquía, ¡pero primero muertos antes de una monarquía! Había que salir con algo totalmente nuevo.
Para hacer la tarea aún más difícil, no había otras naciones a las que se les pudiera echar un ojo y decir “Jmm… Por qué no intentamos lo que ellos tienen?” No, los Estados Unidos eran los primeros en enfrentarse a este dilema. Y ESO es lo que hace la Revolución Estadounidense muchísimo más asombrosa que cualquiera de las que vinieron después. Todas las revoluciones que sucedieron en las décadas siguientes miraban a George Washington como su héroe, su modelo a seguir. Y miraban a los Estados Unidos como un molde. Incluso la Revolución Francesa se dice que fue una continuación de la revolución Estadounidense, pero desafortunadamente la Francesa lidió con un pueblo mucho más sanguinario12.
De cualquier forma, necesitaban algo antes de que el pueblo perdiera la paciencia. Un par de meses antes del convenio de los Artículos de la Confederación, el congresista John Jay13 le mandó una carta a Washington con un dibujo de tres objetos y un par de palabras, diciendo: “Dejemos que el congreso legisle, que otros ejecuten, y que otros juzguen…” Una idea muy simple ¿cierto? Pues poco se imaginaba Jay que con esta carta estaba introduciendo las Tres Ramas de Gobierno, una idea que le traería estabilidad a medio mundo por los próximos 240 años. Si vamos a hablar de cambiar al mundo… este tipo...
Esta carta de Jay fue de hecho una carta para persuadir a Washington de que participara en el convenio para reformar los Artículos de la Confederación—el cual se llevaría a cabo el próximo mayo. Pero Washington no aceptó, él simplemente quería ser un granjero. Hamilton, Madison, Jay, y muchos otros le mandaban cartas constantemente, rogándole que atendiera. Todos ellos sabían muy bien que sin él, el convenio no tomaría forma.
Al final del día fue Henry Knox, el jefe de artillería durante la guerra, quien convenció a Washington de formar parte del convenio14. Knox le dio en su punto más débil, su vanidad. Le dijo a Washington que si llegase a asistir, y el convenio fracasaba, su reputación puede que sí se viera afectada, PERO si llegase a asistir y era exitoso, sería la segunda vez que él habría salvado a la nación ¡Un héroe por partida doble!
Washington no aguanto la tentación y aceptó. Y así, el convenio arrancó el 25 de mayo de 1787. Durante el convenio forzaron a Washington a ser el presidente del convenio15, y a sentarse en la silla grande al frente de todo el mundo. A Washington no le gustó mucho la idea, cada vez que lo ponían en el foco de atención (en contra de su voluntad), tendía a cerrarse y a hacer mala cara. Pero el hecho de que Washington fuese el moderador era lo lógico, todo el mundo lo respetaba por sus hazañas durante la guerra, y nadie inspiraba más veneración que él.
Ya me imagino la logística del convenio: con cada opinión, seguro todos miraban a Washington a ver si con algún gesto revelaba su aprobación o rechazo. Aunque con su cara dura seguro no les daba ni una sola pista.
¿Pero si se dan cuenta lo que Washington estaba haciendo? Actuaba como un ser omnisciente desde allá arriba en su trono, juzgando y observando en silencio—recordándoles a todos los presentes que si la cagaban, él estaría allí...tomando nota.
Una anécdota bastante divertida sucedió una mañana en la que un tipo dijo “Oooo no, el General Washington no es tan frío como dicen, de hecho es muy amistoso…” a lo que Hamilton respondio “A si? Pues le pagaría la cena a todos los presentes si usted se atreve a tocarlo”16. Este pobre hombre se acercó a Washington esa tarde le dijo “General, que alegria verlo tan bien de salud...” y procedió a darle una palmadita en la espalda. ¡Error! Su mano fue congelada inmediatamente por una de esas miradas mortales que sólo Washington sabía hacer, y el tipo se redujo al tamaño de una hormiga.17
Sí… George Washington, el tipo que todo el mundo amaba pero que nadie tocaba...
A este grupo de individuos ejemplares les tomó cuatro meses transformar los Artículos de la Confederación en un documento llamado “La Constitución”. El cual fue moldeado sobre la base de las tres ramas de Jay, tratando de tocar todos los temas—excepto por la esclavitud, ese tema lo evadieron lo más que pudieron. Definitivamente no era un documento perfecto, pero serviria por ahora.
La constitución estableció que en esta nueva nación existiría una rama ejecutiva liderada por un presidente, y Washington volvio a Mount Vernon ese septiembre casi seguro que él terminaría siendo el presidente (a pesar que no le gustara la idea). En privado, Washington insistia en que no quería ser presidente, y probablemente hablaba en serio, pero no había nadie más. Franklin18 ya estaba muy viejo y Adams19 todavia no estaba listo.
Las elecciones no se llevaron a cabo sino hasta dos años después de la firma de la Constitución, principalmente porque ésta debía ser refrendada por todas las colonias—lo cual se tomó más o menos un año20 seguido de otro año de pendejadas y de ruegos para que Washington se lanzara como candidato. No fue sino hasta 1789 que las elecciones se llevaron a cabo en Nueva York. Para que tengan una idea del tiempo transcurrido esto fue ocho años después de que la guerra finalizó… había pasado un buen tiempo.
Washington ganó de forma unánime ese Abril, y la noticia unió a la nación más que nunca. La gente tenía muy claro que Washington era el único hombre que podría salvarlos por segunda vez.
Haz click en el botón siguiente para seguir leyendo