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Subido el 29 de Diciembre de 2016
Washington - Una Vida (Parte 3) (continuación)
El buje de la rueda
Bueno… Entonces Washington era presidente, ¡muy bien! Muchos de ustedes estarán pensando que éste procedería a hacer cosas asombrosas y casi imposibles—tal cual como lo hizo durante la guerra. Y tienen razón… pero hay que tener en cuenta que Washington ya no era el joven habilidoso que solía ser—estaba envejeciendo. Ahora usaba lentes casi todo el tiempo, y hablaba de una forma carrasposa y sin aire. Algunos incluso notaron que se estaba quedando sordo—probablemente por todos los cañonazos que le explotaron al lado durante la guerra. Y ahora, con un trabajo sedentario, su salud empezaba a revelar su avanzada edad.
Aún así su mente todavía estaba allí, y de hecho funcionando muy bien. Tal cual como durante la guerra, se rodeó de muchachos más jóvenes, energéticos, y más educados que él para balancear su falta de educación y su edad. Puso a Hamilton como el Ministro de Hacienda, a Jefferson como el Ministro de Estado, y a Madison (a pesar de no ser un miembro del gabinete) lo mantuvo muy cerca. Constantemente exigiendo información, las cartas entraban y salían de su oficina con un flujo constante. Washington quería saberlo todo, y sus manos estaban detrás de cada movimiento político. Como un aparato de relojería, separaba todas sus tareas en fracciones manejables y era tan puntual como el salir del sol. Jefferson solía decir que Washington era como “el buje de una rueda” en el cual todos los departamentos de estado se conectaban como rayos y pinazas brillantes para girar en conjunto...Un aparato de gobierno muy bien lubricado.
Los próximos cuatro años fueron supremamente precarios e importantes. Y ni hablar de lo complicados. Tener una nueva nación—un experimento de gobierno de este calibre—sobrelleva muchísimos problemas que ningún líder había enfrentado en la historia de la humanidad. Una de las prioridades al tope de la lista de Washington era mantener al pueblo unido. Y siendo el único que podia hacer esto, decidió irse de gira por los estados el Norte—para que estos vieran al nuevo presidente.
Debido a que Washington era técnicamente un pueblerino del Sur, esta gira hizo que los Norteños se sintieran apreciados. Pero el aprecio fue por parte y parte. Al ser expuesto a los pueblos industriales del Norte, Washington comenzó a cambiar su forma de pensar1. Empezó a darse cuenta de la importancia de una industria acelerada, y de una economía adaptable. Y su herramienta en este campo económico era Hamilton (el Ministro de Hacienda).
Washington también tenía muy claro que ninguna nación podía sobrevivir sola en este mundo, y en este campo Jefferson era su as bajo la manga, el cual lo aconsejaba en asuntos internacionales.
Dos grandes responsabilidades para dos hombres brillantes. Sin embargo, no estoy seguro si fueron las responsabilidades en sí, o si simplemente Hamilton era muchísimo más astuto que Jefferson, pero por cada tarea que Jefferson tachaba de su lista, Hamilton hacia cinco o seis. Quizas es más fácil desarrollar una entidad interna que formar relaciones con otros países, pero de cualquier forma Hamilton estaba volando—mientras Jefferson apenas corría.
Incluso cuando el congreso (y hasta el mismo Jefferson) le ponían todo tipo de obstáculos a Hamilton, esté siempre parecía estar un paso adelante de todo el mundo. Era solo cuestión de tiempo para que este paso acelerado de Hamilton empezará a molestar a ciertos individuos, especialmente a Jefferson y a Madison. Estos dos, poco a poco empezaron a rechazar las ideas de Hamilton, acusándolo de estar llevando a la nación de vuelta a la monarquía. Y con esto, la política (y la nación) empezaron a polarizarse.
Por un lado tenemos a Hamilton, quien representaba la economía industrial, acelerada, y progresiva del Norte. En donde las decisiones eran tomadas ejecutivamente—incluso cuando algunos las desaprobaran. Por el otro lado tenemos a Jefferson y a Madison, representando la cultura agrícola del Sur, caracterizada por medidas más cautelosas, siempre tratando de satisfacer al pueblo lo más posible, y con tendencias a querer un gobierno en donde un congreso tomaba las decisiones—tan lejos de la monarquía como fuese posible.
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Tal cual como le pasa a cualquier persona que viaja por el mundo↩
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Un documento firmado que reconoce una deuda↩
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Claro está, ellos publicaban todas sus críticas bajo otro nombre, pero definitivamente era este par de víboras las que le estaban envenenando la cabeza al escritor del periódico.↩
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Ya que él había sugerido cosas similares cuando joven↩
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Técnicamente hablando la bolsa no es apuesta, pero todos sabemos que moralmente es la misma mierda. De cierta forma Jefferson y Madison tenían argumentos válidos.↩
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Y como la que tenemos hoy en dia.↩
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El pupilo de Washington que conocimos en la entrada anterior quien básicamente regresó a casa y le encendió fuego a la Revolución.↩
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Esto de hecho es una afirmación supremamente hipócrita siendo que viene de alguien que mantenía esclavos en su plantación—pero ya hablaremos de la esclavitud cuando llegue el momento, por ahora sigamos con la Revolución Francesa.↩
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Ya me estoy cansando de este idiota.↩
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Tengo muchísimas ganas de leer sobre esto, al parecer fue tremendo acontecimiento. Ademas, el increible Lafayette es uno de los personajes principales.↩
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Por eso digo que quiero leer más sobre la Revolución Francesa.↩
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Por eso es que Francia (por si no se habian dado cuenta) no tiene una familia real, al contrario de el Reino Unido, España, y muchas otras naciones europeas.↩
Washington estaba en el medio de esta balacera política, tratando de balancear estas dos fuerzas de la naturaleza que eran Hamilton y Jefferson—casi como un juego de tira y afloja que Hamilton terminó ganando.
Al principio, Washington no expresaba en público su aval hacia Hamilton, pero definitivamente se inclinaba por sus ideas mucho más. Quizás por su larga historia juntos, y por su resentimiento hacia el congreso—ya que en los días de guerra, cuando le pedían desesperadamente por ropa y comida, el congreso no les daba ni pio.
Hamilton “el impala”
Resulta ser que Hamilton fue tan acrobático durante sus días como Ministro de Hacienda como lo fue durante la guerra. Debo decir que las preocupaciones de Madison y Jefferson (sobre las tendencias monárquicas de Hamilton) eran definitivamente válidas para la época, pero aun así, no había ninguna otra persona que hubiese podido hacer un mejor trabajo. A Hamilton se le había otorgado un lienzo en blanco para que explorara diferente formas de incentivar la economía, y lo que hizo fue una obra maestra.
La primera movida de Hamilton fue distribuir la deuda uniformemente entre todas las colonias, algo que a las colonias del Sur no les causó mucha gracia siendo que estas tenían deudas menores que las del Norte. Madison fue bastante duro en su crítica contra de esta medida, pero Washington lo vió como una oportunidad para unir a las colonias, y decidió darle aval. Hamilton también desarrolló un sistema de pagarés2 para pagar la deuda que el gobierno todavía tenía con casi todos los soldados que hicieron parte de la Revolución. Esto obviamente fue muy popular, pero llevó a que cierta gente intercambiara estos pagarés de acuerdo a cómo avanzaba la economía—básicamente especulaciones de la bolsa de valores, lo cual no es muy bueno para una economía tan frágil. Jefferson y Madison obviamente se agarraron de este pedazo de malas noticias y lo inflaron desproporcionadamente, criticando y condenando a Hamilton. Afortunadamente la economía se recuperó rápidamente, y muy pronto la Cámara de Representantes le pidió más ideas a Hamilton, quien no tardó en darles más.
Hamilton se inventó un impuesto para el Whiskey, deambulando la línea delgada que separa al tipo de medidas que llevaron a la Revolución en primer lugar, pero una vez más, ¡funcionó!
Luego creó el Banco Central, lo que hizo que Madison y Jefferson se emberracan como nunca antes. Un Banco Central les sonaba como un Rey bañándose en el oro del pueblo. Pero Hamilton solía enredar sus planes de una forma que era imposible deshacerlos con facilidad. Lo único que Jefferson y Madison podían hacer era quejarse con Washington, quien les prestaba poca atención a sus pataletas.
De este Banco Central surgió la idea de un Gobierno Federal, y de cierta forma se fundó la base de la Economía Estadounidense. La misma base que sigue en pie hoy en día (doscientos cuarenta años después). ¿Ya les había mencionado que Hamilton era un berraco?
Republicanos contra Federalistas
Cuando Jefferson y Madison empezaron a caer en cuenta que Washington estaba del lado de Hamilton, supieron que debían hacer algo para detener ese tren. Se las arreglaron para crear un periódico llamado El Gazette Nacional—el cual ridiculizaba y condenaba todas y cada una de las acciones de Hamilton. Este momento fue una bifurcación en el camino de Jefferson y Madison, de aquí en adelante se convirtieron en unos granujas doble‑cara quienes ayudaban a Washington con una sonrisa (cuando este venia a pedir su consejo), pero hablaban mierda de él a sus espaldas y la publicaban en el Gazette Nacional3.
Este periódico fue tan controversial, y ganó tantos seguidores, que básicamente engendró el partido Republicano, basado en ideas Jeffersonianas. El nacimiento del partido Republicano forzó entonces a su contraparte con ideas Hamiltonianas, y con ésto, nació el partido Federalista, el cual también tenía su propio periódico—aunque no era tan alarmista como el Gazette Nacional.
Con estos dos partidos empezó un juego de ajedrez político que dividió a la nación en dos. Cabe mencionar que el juego al principio era un poco injusto. Los Federalistas tenían un rey omnipotente (Washington) que a pesar de que no iniciaba todas las movidas, permanecía en silencio cuando su hábil alfil derecho hacia de las suyas (Hamilton). También contaban con un caballo my versátil, el vicepresidente Adams… Los Federalistas estaban allí para quedarse.
Hamilton sabía que estaba en su salsa. Era el tipo correcto, en el lugar correcto, y en el momento correcto, para emprender un impacto severo en esta joven nación—y su racha aún no había acabado. Su siguiente paso fue algo que muy bien hubiera podido ser una idea de Washington4, la implementación de aranceles de importación para promover los productos nacionales. Con esto, los Estadounidenses calmaron su sed de productos importados (una sed de la que Washington se quejaba incluso antes de la guerra).
Una de las movidas más controversiales de Hamilton fue la venta de acciones del Banco Central, esto hizo que la economía se pusiera boca‑arriba por un par de meses debido a la especulación, pero al menos el dinero estaba fluyendo y la economía no tardó en ponerse en pie.
Mi conocimiento de la historia de la economía (o de la economía en general) es muy limitado, asi que no puedo hablar con mucha certeza, pero me parece que muchas de estas ideas son cosas que aún son perfectamente viables y útiles hoy en día: impuestos, aranceles, bancos nacionales, la bolsa. Nuevamente… ¿Ya les había mencionado que Hamilton era un berraco?
Jefferson y Madison se quedaron en el banquillo de suplentes, apenas observando como Hamilton “el impala” saltaba por todos y cada uno de los obstáculos en su camino mientras los Republicanos apenas se quejaban en su idiotico Gazette. Ambos Jefferson y Madison decían que la nación estaba en una decadencia hacia la avaricia y las casas de apuestas, incitando a la gente a que hicieran dinero facil en vez de trabajar duro por ello5. Y quizá tenían toda la razón, pero este tipo de cosas son inevitables cuando se tiene una economía tan acelerada como la que Hamilton tenía en mente6. En mi opinión, Hamilton parecía tener más confianza en la gente. Él confiaba en que si se le daba un empujón a la economía, y se le dejaba que tomase su propio camino (a pesar de aparentar un descontrol), terminaría siendo un beneficio inimaginable para la nación. En términos simples Hamilton estaba tratando de enseñarle a esta nueva nación a montar bicicleta, entonces le quito las rueditas de entrenamiento y le dio un empujón. Jefferson por el otro lado no contaba con esta confianza en el pueblo, él quería que estas rueditas se quedarán allí por cuanto tiempo sea necesario. Pero todos sabemos que con rueditas no se pueden hacer giros a alta velocidad… Jefferson era el padre intenso que quiere controlar todo lo que sus hijos hacen, Hamilton era el tío que deja que sus sobrinos tomen riesgos de vez en cuando.
Los Republicanos alcanzaron a caer tan bajo como de acusar a Hamilton de conductas ilegales, pero sus acciones eran totalmente impecables y no pudieron encontrar nada que lo metiera en problemas legales. Aunque alcanzaron a hacer un pequeño escándalo alrededor de un rumor de infidelidad—lo cual habla montones de el descarado de Jefferson, porque décadas después se supo que tuvo más de un hijo con una de sus esclavas, a pesar de ser un hombre casado.
La Revolución Francesa
Había un tema más en el cual los Republicanos y los Federalistas tomaron opiniones opuestas: La Revolución Francesa. Hamilton y Washington creían que la Revolución Francesa era un error. Lo cual es un poco raro ¿Cierto? A Hamilton y a Washington (los personajes principales de la Revolución Americana, y excelentes amigos de Lafayette7) no les gustaba la idea de una Revolución Francesa...¿Por qué? Al parecer ellos pensaban que esta estaba siendo llevada a cabo por ideales de fanatismo y odio. Y temían que pudiese llevar a un innecesario derramamiento de sangre inocente. Y así fue, tal cual...
Por el contrario, Jefferson estaba tan enamorado de Francia que no le importaba cuánta sangre inocente fuese derramada, él solo veía al pueblo siendo liberado de la monarquía. Incluso llegó a decir que preferiría ver a “medio mundo desolado” siempre y cuando el pueblo fuese libre8... Ah Jefferson… Es muy fácil decir estas cosas para alguien quien vivió la Revolución Americana desde un pedestal9.
En el caso de la Revolución Francesa10, Lafayette estaba intentando crear una fusión entre la monarquía y el pueblo. Y si, esto sin duda suena contradictorio: ¿Una Revolución en que la monarquía y el pueblo se unen? ¿¡Cómo!? ¿Y entonces a quien se le estaba revelando?
No estoy seguro11 pero debemos recordar que estamos hablando del Marquis de Lafayette… este título (Marquis) quiere decir que él pertenecía a una familia de aristócratas, entonces una fusión de la nobleza y el pueblo le convenía. Pero al parecer no tenía ni idea del mierdero en que se estaba metiendo.
Como lo dijo Washington “la libertad, cuando asienta sus raíces, es una planta de rápido crecimiento” y viendo lo que pasó en Francia, si se le riega con sangre, es una planta de un apetito voraz. Solo para mencionarles un par de incidentes sangrientos, cuando una multitud emberracada se tomó la Bastilla (una prisión que era un símbolo del poderío de la corona), decapitaron al gobernador y pusieron su cabeza en una lanza a la entrada, dejándola allí por días. También decapitaron públicamente a el Rey y a la Reina, y fue tremenda celebración12. Desafortunadamente Lafayette perdió el control de la revolución y terminó siendo considerado un traidor a la revolución (quizás por su linaje), lo cual puso a Washington en una situacion muy incomoda siendo que el este no queria ningun lio con esta nueva nación Francesa, entonces no podía pedirles que liberaran a su buen amigo. Esta era otra razón más para que Washington permaneciera distante a la Revolución Francesa.
Washington simplemente no quería meterse en este lío, y si que era tremendo lío. Jefferson por el otro lado estaba observando estos eventos con mucho interés, pero al parecer con un filtro para el color rojo—ya que lo único que él veía era el pueblo liberándose de la corona pero nada de la sangre ni y el sufrimiento. Jefferson elogió a la Revolución Francesa como la continuación de la Revolución Estadounidense. ¡Un despertar!... Quizá...
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