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Subido el 29 de Diciembre de 2016

Título del libro: Washington - Una Vida (Parte 3) (continuación)

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Hablemos de la esclavitud

A los 67, Washington ya estaba pensando en su lecho de muerte. Y aunque con una mano (a pluma y papel) todavía seguía luchando firmemente contra los Jeffersonianos, con su otra mano ya estaba redactando su testamento. Lo hizo en secreto, muy callado al respecto, y sin contarle ni a su almohada. Y fue en este documento en donde expuso todos los conflictos y luchas internas que tenía respecto a la esclavitud. No he hablado mucho sobre este tema a lo largo de estos escritos porque siempre estaba por debajo de la superficie. Se puede notar en el libro, pero nunca fue algo tan importante como para que se pudiera mencionar en estos resúmenes. Pero es hora de que hablemos al respecto porque SÍ ES un tema importante, y una de las hipocresías más grandes de la Revolución Estadounidense—y ni hablar de los delegados Sureños.

“Todos los hombres son creados iguales” dice la declaración de independencia… Redactada por el mismo Jefferson. Sin embargo todos los plantadores Sureños practicaban la esclavitud. Evidentemente hay algo que no cuadra en esto. El problema radicaba en que la esclavitud era uno de los motores económicos más importantes de la nación en esa época. Y ese aspecto económico era la razón por la que Washington no era capaz de oponerse a esta práctica. Sin la esclavitud, él nunca hubiese podido tener el éxito financiero que tuvo (o eso pensaba). Apesar de que Lafayette constantemente le escribía sobre su aborrecimiento hacia la esclavitud, y a pesar de que muchas personas que tuvieron un impacto importante en su vida (como Franklin y Hamilton) eran fuertes partidarios del abolicionismo, Washington no podía ponerse de su lado—porque eso lo dejaría en ruinas.

Mientras yo leía el libro podía sentir que muy dentro de sí mismo Washington se oponía a la esclavitud, y que era como una condena que lo perseguía. Muchos de sus contemporáneos también aseguraban que él trataba a sus esclavos muy bien y que raras veces infligía castigos severos. Pero al mismo tiempo, otras situaciones me hacían sentir dudoso de sus verdaderas intenciones. Por ejemplo, mientras vivia en Philadelphia durante su presidencia, existía una ley que decia que cualquier persona negra que viviera en el estado de Pennsylvania por más de seis meses, él o ella pasarían a ser personas libres al término de este periodo. La letra chiquita era que si salían del estado (así fuese por un día), el cronómetro volvería a ceros. Washington, Martha, y su secretario personal, lo sabían muy bien, y lo mantuvieron en secreto. Usualmente después de unos cinco meses les decían a los esclavos que tenían que volver a Mount Vernon por alguna excusa boba, lo cual me hace sentir un poco triste y me hace dudar de su moralidad.

Incluso hubo ciertos instantes en que Washington y Martha hicieron hasta lo imposible para perseguir a esclavos que escaparon de su plantación. Uno pensaría que si de verdad a él le parecía que la esclavitud era algo abominable, quizás estos pocos instantes de fuga no se los tomara tan a pecho.

En fin, después de todo, su testamento ponía todas estas cosas en el pasado. Washington exigió que todos sus esclavos fuesen liberados tan pronto él y Martha se fuesen al más allá.

Asumo que tomó bastante coraje para escribir esto, y apesar de que no tubo las agallas de liberarlos en vida (como lo hicieron muchos plantadores del Norte), al menos lo hizo. Mucho mejor que el desgraciado de Jefferson quien quería que se prohibiera la libertad de ciudadanos negros en Virginia...1

  1. ¿¡Cómo!?

  2. ¡Mierda!

  3. Este era un miedo real en esa época, despertarse en un cofre 3 metros bajo tierra por culpa de una declaración de muerte prematura

  4. Algo que alcanzó a preocupar a Martha más adelante siendo que su muerte significaría la libertad para aquellos que la cuidaban, que la alimentaban, y que hasta la peinaban… Nada malo puede salir de esa situación ¿cierto?

  5. Lo que me parece una idiosincrasia única del metódico George Washington

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El director de su propia muerte

A medida que nos acercamos al fin de este escrito, quizá se estén preguntando cómo murió esta leyenda. Había sido el primero y el último de los muchachos Washington del segundo matrimonio de su padre—y aún así, no mostraba señales de mala salud. Déjenme recordarles que todos los hombres de su linaje habían muerto muy jóvenes, pero aquí estaba George, a los 67, ¡vivito y coleando!

Washington todavía le escribía cartas a sus amigos constántemente, llevaba un récord de su día a día en su diario, y galopaba por toda la granja todos los días (aunque no tanto como lo solía hacer). Todavía tenía una vivacidad impresionante, y nunca dejó de supervisar su plantación.

Washington granjero Mount Vernon George Junius Brutus Stearns

“Washington el granjero de Mount Vernon”, parte una serie sobre George Washington por Junius Brutus Stearns.

Foto bajo el Dominio Público via Wikimedia Commons

Una tarde de invierno, el 12 de diciembre de 1799, apesar de la nieve, Washington salió a dar su cotidiano paseo a caballo de cuatro horas por la granja. Cuando regresó, había unos huéspedes esperándolo, y tan atento como siempre, se sentó a cenar y a charlar con ellos sin cambiarse su ropa mojada. A la mañana siguiente se despertó con un leve resfriado, y aunque su asistente personal le dijo que tomara algo de medicina Washington dijo que no, que era un simple resfriado y que había que dejar que “se fuese tal como vino”.

Esa noche Washington se despertó en medio de la noche con una inflamación en la garganta, y le dijo a Martha que estaba teniendo dificultades para respirar. Sin alarmarse, decidieron esperar hasta la mañana siguiente para llamar al Dr. Calick quien lo conocía desde los días de la guerra franco‑india. Pero antes de que el doctor llegara, la respiración de Washington se había convertido en una tarea supremamente difícil—al parecer había contraído cierto tipo de infección bacteriana que le produjo una inflamación en la tráquea.

Siendo el solucionador de problemas que era, Washington le dijo a uno de sus sirvientes que le drenara la sangre… Así como lo oyen. El sirviente tenía muchísimo temor de hacerlo, pero Washington le dio confianza para que le perforara un hueco a un lado del cuello. Washington hasta le dijo que el hueco era muy pequeño—que no estaba sangrando lo suficiente—y pidió que le abrieran uno más grande. Para el momento en que el doctor llegó, Washington ya había perdido casi medio litro de sangre. Y si ustedes estaban pensando que tan pronto llegó el doctor, este les exigió detuvieran esa locura inmediatamente...se equivocan... Estamos hablando de 1799, el doctor concurrió, y el drenaje procedió.

Para continuar con esta barbarie, le hicieron inhalar vapores de vinagre, haciéndolo toser y expulsar aún más sangre. Incapaz de ayudar, el doctor decidió llamar a otro colega, quien hizo más sugerencias inútiles incluyendo limpiar sus entrañas con un edema. Nada servía. Un tercer doctor fue consultado, y este sugirió una traqueotomía, el procedimiento correcto (pero quizás antes del drenaje). Su sugerencia fue rechazada por los otros doctores.2

Después de perder más de dos litros de sangre, Washington cayó en cuenta que el final estaba cerca, y con una calma y una compostura increíbles les dijo a los doctores que estaba listo para irse, que no era su culpa, y que estaba muy agradecido por sus servicios.

Se dirigió a su asistente personal y le dijo que se hiciera cargo del papeleo pendiente, que terminará de archivar todo su historial militar, y que no lo enterraran sino hasta tres días después de declarado muerto (en caso de que resucitara3). Luego se dirigió a Martha y le dijo que fuera a su estudio y que trajera los dos testamentos: el que había escrito antes de la guerra, y el nuevo en el que hablaba sobre la esclavitud (del cual Martha no tenía ni la más mínima idea). Pidió que quemaran el viejo y que siguieran el nuevo al pie de la letra. Esto incluía distribuir la tierra de Mount Vernon entre sus familiares, instrucciones para un funeral pequeño, y (entre otras cosas) como ya habíamos dicho, la emancipación de todos sus esclavos tan pronto Martha muriese4.

A pesar de haber estado desangrándose y asfixiándose por horas, Washington nunca se quejó, nunca se desesperó. Incluso entre toda esta conmoción, notó que uno de sus esclavos había estado en pie por mucho tiempo, y le dijo que se sentara y que se tranquilizara, que todo iba a estar bien...Esto muestra el increíble nivel de consciencia, de criterio, y de auto‑control de este individuo ejemplar. Washington mantuvo su compostura hasta el final, cuando se tomó su propio pulso5, y tomó un último, dificil, y agonizante respiro. Se había ido, y Martha no volvería a dormir en esa habitación jamás.

Washington  lecho muerte Junius Brutus Stearns 1851

Washington en su lecho de muerte por Junius Brutus Stearns, 1851. No se muestran aquí ninguno de sus sirvientes negros lo cual es totalmente incorrecto, ellos estuvieron a su lado hasta el final

Foto bajo el Dominio Público via Wikimedia Commons

Con esto, el gran héroe y el fundador de la nación más poderosa de la nueva era, pasó a la historia, siendo considerado algo más que un simple mortal. Mucha gente intentó contar su historia en los años siguientes, pero siendo el hombre privado que era, muchos aspectos de su personalidad se perdieron en sus cartas. Con cada biografía que se escribía, Washington se tornaba más y más distante, hasta que se convirtió en esa figura sólida y fría que los libros de historia nos cuentan hoy en día. Algunas personas se aprovecharon de esto e intentaron asociarle valores morales y religiosos a su imagen. Entre estas fábulas está la del cerezo que Washington cortó cuando pequeño, y sintiéndose culpable le confesó la verdad a su padre porque él “no sabía mentir”. O el cuento de la moneda que hizo rebotar a través del río Rappahannock. O incluso una pintura muy famosa en la que se le ve rezando y pidiéndole a dios que los guiara durante los momentos más oscuros de la guerra. Ninguna de estas historias sucedieron. Pero lo que sí sucedió fue que un general joven y atolondrado se hartó de la milicia y decidió convertirse en un plantador y un empresario. Este fue luego llamado a comandar un ejército de soldados malnutridos hacia la libertad, saliendo victorioso incluso con todas las probabilidades en su contra—una hazaña que dió nacimiento a la primera nación del nuevo mundo. Pero aquí no terminó su legado, porque cuando esta nación solicitó su servicio una segunda vez, Washington se las arregló para restaurar el crédito, crear una casa de moneda, una guardia costera, un banco, un sistema de aduana, un cuerpo diplomático, etc. etc… Todo esto mientras evadiendo la balacera entre los Republicanos y los Federalistas y acatando la constitución al pie de la letra. Probandole a futuras generaciones que el presidente es (y siempre será) un sirviente del pueblo.

¡El berraco más berraco de la historia Estadounidense fue el primer berraco en la historia Estadounidense, y su nombre fue George (el putas) Washington!

Apoteosis George Washington David Edwin 1800

Apoteosis de George Washington por David Edwin, 1800

Foto bajo el Dominio Público via Online Library of Liberty

¡Pregunta!

Una de las cosas que han caracterizado a los Estados Unidos en los últimos 240 años, es el hecho de que son los pioneros de muchas ideas que luego son copiadas por el resto del mundo. Desde las tres ramas de gobierno de las que hablamos aquí, pasando por cosas como la tecnología y el arte, e incluso hasta cosas inútiles como los shows de Reality TV. Al parecer los Estados Unidos siempre estan a la vanguardia de ideas revolucionarias.
    ¿Ustedes piensan que eso se debe a que la Revolución Estadounidense sucedió antes que la de otros paises de America? ¿Qué hubiera pasado si no hubieran sido los primeros? Lo digo porque al parecer, en la ausencia de un modelo a seguir, las ideas originales son más comunes—y me parece que esta es la razón fundamental por la que los Estados Unidos han tenido tanto éxito. ¿Será? ¿Será que si los Estados Unidos hubiesen tenido un modelo a seguir, hubiesen terminado simplemente replicando lo que ya estaba inventado? En otras palabras: ¿Es la innovación un resultado de una posición de liderazgo? O ¿Es el liderazgo un resultado de la innovación?

¡Eso es todo amigos! Un millón de gracias por leer, y no se olviden de leer más. Pero no lean libros solo para decir que los leyeron. ¡Lean conscientemente! Y escriban, ya que es la única forma de que lo aprendido permanezca sólido en la mente.